sábado, 19 de mayo de 2012

De un sueño


Tenía la nuca más hermosa que yo haya visto. Quizá te lo haya contado antes, pero hay dos lugares en las mujeres, aparte de los obvios, que me pierden. Uno de ellos es la nuca, el otro lo dejo a tu imaginación. Siempre me ha gustado la belleza frágil que parece pedir una caricia. Cuando llegué, ella estaba sola. Leía. Es posible que sus ojos estuvieran en la gran estepa rusa o en alguna vieja mansión rural inglesa o que miraran a través de los cristales del Nautilus la oscuridad del fondo marino. Debía de ser esto último, pues cuando me miró, tuve la impresión de que venía de un lugar lejano. Sus pupilas habían guardado el último atisbo de luz del océano y ahora lo reflejaban junto al blanco de la taza de café. De pronto me dijo: ¿Crees en la felicidad?  Era hermosa, como una sirena salida del sueño eterno de un adolescente. ¡Qué fácil tenía la respuesta! ¿Creía en la felicidad? Era verano y ella llevaba un vestido ligero que dejaba intuir sus pechos. Sus rodillas desnudas se rozaban con las mías. Sobre la mesa había un libro y dos tazas de café. Creo en ella al noventa y nueve por ciento, contesté, creyéndome ingenioso. Entonces es que no crees, me insistió. Bueno, le dije, eso es como la existencia de Dios, nadie puede demostrar que existe, pero tampoco que no existe. Ya, la felicidad es una cuestión de fe, respondíó ella. Sus dedos hacían tintinear la cucharilla dentro de la taza ya vacía. Nos miramos. Seguro que algún espejo reflejaba nuestra imagen y quizá desde la calle, enmarcados por el gran ventanal, pensaran en nosotros como en dos enamorados. Sus labios tenían el sabor del café y un deje de misterio marino que nunca supe concretar. Quizá la felicidad estaba en ese uno por ciento que nos faltó. O quizá ese uno por ciento sea este recuerdo que, como un sueño, me ha venido de repente. Como el aroma del café o el olor a estrella de mar de su pelo.

           

4 comentarios:

  1. p r e c i o s o

    así son los recuerdos, muy parecidos al amor...

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  2. Este recuerdo lleva el aroma del café a la mañana. Es entrañable.

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  3. Nuevamente la magdalena de Proust.
    La felicidad, en una etapa determinada de la vida, mientras depende de "los otros", siempre es al 99%. Al 100% cuando sabemos que está en nosotros mismos y la buscamos dentro.
    Vine a darte las gracias por tu comentario y me encontré un hermoso lugar.

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  4. Que bella evacación Chimi...
    Te dejo un beso grande

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