sábado, 19 de junio de 2021

Ese tiempo


Ha llegado ese tiempo que tanto nos gusta. El tiempo de dejarse ir página a página bajo la sombra cambiante de un árbol; de visitar otros mundos y otras vidas desde la indolencia de las sábanas; de subir a los faros más altos mientras a nuestros pies, declinante la tarde, se han ido acumulando el agua y la arena; de hablar en voz baja en el patio, entre dompedros y geranios, e intentar descubrir por fin los secretos más hondos de la existencia. Estrellas y grillos. Pisadas en la grava. Olor lejano a tierra mojada. 

El verano se mide con el reloj de arena pausado de la infancia. Fuera móviles y artilugios digitales. Papel, tinta y tiempo son los ingredientes de la felicidad. En cada palabra de cada libro, en cada sombra proyectada por las hojas de un árbol hay un tictac. Ese es el verdadero reloj del mundo. No hay prisa. No hay obligación. Abres y cierras el libro movido por pensamientos y recuerdos que no controlas. Infinitos resortes de la memoria que dan profundidad a la lectura y la hacen tuya. La vida se suspende. Todo puede esperar. Unas páginas más hasta atravesar la Ciénaga de los Muertos, hasta que aparezca el gran cachalote o se divise Puerto Lápice. La playa de Barcino y el abismo de Helm no quedan tan lejos si los visitas en agosto. 

Tiempo de buscarte en las páginas de un libro que parece escrito para ti, para que lo leas justo esta tarde, totalmente tuya, en la placidez del jardín o del cuarto. Pequeñas recompensas de la vida. Islotes de felicidad que ofrecen a módico precio la curación inmediata de muchos males del espíritu. Siestas de verano cargadas de café, hielo, aventura y algo de melancolía; de amores frustrados y de regresos a casa. 

Todos los veranos son un único verano. Todos los libros componen un solo libro inagotable. Semanas de luz, ecos y reencuentros: David Balfour, Galadriel, Natasha y Pierre, Mina, Shanti Andía, el Pequod y el Nautilus, las Highlands, los hombres-libro, Marte. 

Todos juntos nos llevan a ese verano único y primero que no terminará nunca: el verano de la infancia. Ese tiempo que a ti y a mí tanto nos gusta. En él calentamos el alma para sobrellevar mejor los fríos del invierno.

jueves, 8 de abril de 2021

Límites del bosque


He soñado que era mi padre. Extraña sensación especular. Era él y era yo. Nos acercábamos en silencio, con la mano extendida, sin llegar a tocarnos. Allí estábamos, los dos solos, casi con la misma edad. Un bosque en blanco y negro, recordado quizá de alguna vieja película, nos envolvía. Era de noche. 

En los límites del bosque, a un paso de entrar, algo anómalo nos inquietaba, una clave oculta, una insatisfacción apenas marcada por un temblor en las hojas o en la luz, una advertencia que no sabíamos descifrar. No había tristeza, sino un sentimiento más difuso, como una niebla con árboles de fondo que se escapaba hacia lo oscuro.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Pretérito indefinido


Aquellas tablas de los libros infantiles nos presentaban conjugada la vida: amar, temer, partir. Allí estaba el paradigma de todo, aunque no lo sabíamos aún. Tiempos verbales de nombre fascinante, como sacados de un libro de caballerías o una novela bizantina (pretérito pluscuamperfecto de Alejandría, gerundio de Constantinopla, futuro perfecto de Escocia). Y, entre todos ellos, señero, espada en mano, apostado a la entrada del puente, el pretérito indefinido, traicionado por los gramáticos, que atraviesa el aire frío de la madrugada para llegar ahora hasta mi cuarto y recordarme, con su habitual contundencia, que fui

Un tiempo indefinido. ¿Qué tiempo no lo es? ¿El de hacerse mayor? ¿El que separa el otoño del invierno? ¿La salud de la enfermedad? ¿El amor de la indiferencia? ¿La amistad de la distancia? ¿El tiempo de hacerse más mayor aún? ¿El de los recuerdos? La vida se conjuga siempre con colores degradados. El entretiempo es su única estación. 

Fulgores de una época en que los libros, pintados de colorines, aún olían a inocencia y sus tablas de letra pequeña (ahora imposible) nos advertían de algo lejano pero seguro: amarás, temiste, has partido.