Cada crepúsculo resume,
no sabemos bien cómo,
los días que nos faltan.
Es como el adelanto de un suspiro,
una preparación para lo informe,
un contrabando de la espera.
Cada crepúsculo nos borra
un poco más de nuestro nombre.
Cada crepúsculo nos trae
un poco más de nuestra ausencia.
Hasta que cada uno aparece
como un punto de referencia
inventado por el crepúsculo.
Roberto Juarroz | Novena poesía vertical, 1986
El paisaje que abre esta entrada es del expresionista austríaco Egon Schiele. Se titula Cuatro árboles y fue pintado en 1917. Tiene algo sereno e inquietante al mismo tiempo y me recuerda esa mezcla de dulzura y tristeza de la que siempre hablaba Juan Ramón Jiménez al describir los atardeceres. Paisajes interiorizados. Atardeceres del alma.
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