El soplo leve que estremece de noche tu nuca es la caricia de un fantasma enamorado. Los huesos de tus caderas espectrales me hacen tilín. El frío de tus pechos de aparecida enciende mi deseo. Me muero por tus finos labios de fantasma. Todo esto le decía a aquella hermosa sombra nocturna. Cuando ella al fin se dejó besar, él mordió en silencio el aire. Dos fantasmas se besan y un fulgor ilumina brevemente el cuarto.
jueves, 8 de marzo de 2012
Fulgor
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morder en silencio el aire... fascinante escritura.
ResponderEliminarMe encantan tus entradas!
Gracias, Ana, por tu visita y tus amables palabras. Me alegra que te haya gustado. Saludos.
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