Vendrá esta noche, como todas las anteriores. Trepará por la pared y se esconderá en el armario o debajo de la cama. Esperará la hora exacta, cuando relaje los músculos del cuello y entorne los párpados. Sé que voy a sentir miedo cuando escuche su respiración en la cocina o el viento frío de sus pasos acercándose por el pasillo. He intentado convencerle de que estoy débil y ya no le sirvo, mis mejillas están muy pálidas. Pero el vampiro no escucha y se ríe de mi crucifijo.
Juan Gracia Armendáriz
Fotografía | Jan Lukas, From The Cycle Labyrinth | 1960s
Siempre he sentido fascinación, repulsión y miedo por estos no-muertos. Muy inquietante tu entrada, Chimista.
ResponderEliminarAiaaaaa!!! pocas cosas me dan temor, me sucede igual que a Gracia. Atracción y rechazo. Pero mucho mas miedo, a lo oscuro.
ResponderEliminarPreciosa entrada. Foto y Texto.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo Chimista.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
ResponderEliminarFrank Ruffino.
Hola, paisano.
ResponderEliminarEs escalofriante pensar en el mal oculto. Y más en que somos la razón que lo alimenta.
Saludos
Uf..., que los dioses nos libren de todos los chupa-sangres. Algunos no hay modo de quitárselos de encima (los apoltronados en sillones a nuestra costa), pero si tampoco podemos huir de las pesadillas con los remedios habituales para conjurarla, malo, muy malo.
ResponderEliminarUn párrafo que atrapa, que despierta las ganas de seguir leyendo y saber qué pasa con el narrador y el vampiro acostumbrado a los crucifijos.
Un saludo afectuoso y muchísimas gracias por tu amabilísimo comentario.