martes, 18 de agosto de 2009

Suelos pisados



Baelo Claudia, Cádiz


Todo viaje es siempre un viaje en el tiempo. Viajar es entrar en contacto con paisajes que otros ojos miraron, tocar columnas en las que se apoyaron otras manos, pisar las losas que otros pies recorrieron antes que los nuestros. No importa el tiempo que haya transcurrido. Las calzadas romanas han conservado las marcas de carros que pasaron constantes y presurosos sobre ellas. Nuestras catedrales están llenas de huellas que generaciones de fieles dejaron sin saberlo.

En un hermoso poema nos confesaba Bertold Brecht su predilección por los objetos usados:

De todos los objetos, los que más amo
son los usados.
Las perolas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han sido cogidos por muchas manos. Éstas son las formas
que me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas,
desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,
esas losas entre las que crece la hierba. me parecen
objetos felices.

No lo puedo evitar: me encanta fotografiar suelos. La primera fotografía corresponde a la ciudad romana de Baelo Claudia. En concreto, a la calle principal, la llamada decumanus maximus, que, según dicen los arqueólogos, conserva su enlosado original, afectado por los terremotos que sufrió la ciudad. Podemos imaginarlo lleno de gentes que se dirigen al templo de Minerva o a las termas o transportan pesados cargamentos de salazón y garum con destino a la capital del Imperio. Se les hace tarde y los pedidos llevan mucho retraso.


Baelo Claudia, Cádiz


Estas losas me recordaron las del antiguo templo de Júpiter en Roma, en el Capitolio, que, como es natural, no me dejaron pisar. Lástima. No hay suelos como los romanos.


Templo de Júpiter, Roma


Los pies también tienen memoria. Al final del viaje, cargados de distancias y quizá un poco más sabios, vuelven juntos a casa. Si la poesía, como dice William Wordsworth, procede de la pasión recordada en la tranquilidad, quizá la esencia del viaje esté en los recuerdos que animarán nuestra mesa camilla en invierno.


Gianicolo, Roma

3 comentarios:

  1. Definitivamente eso es muy cierto, y es en todo sentido la sensacion que me invade cada vez que me encuentro en algún lugar historico.
    Mu interesantes tus fotos y lo que escribes, yo te cuento que estoy iniciando mi primer blog, y desde ya que me gustaría que te de una vuelta y en lo posible que dejes algun comentario.
    Salud!

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  2. Tan importantes son las vías por donde caminamos como nuestros pies, sin olvidar el calzado. Los caminantes y sus atavíos desaparecen pero, al menos, las "piedras" permanecen y nos acercan a tiempos pasados, a veces no tan lejanos, ¿verdad?

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  3. Yo también conocí Roma, pero de alguien que la había vivido y que siempre la tenía viva en su memoria;yo conocí las callejuelas, los gatos y sentí el aroma del verdadero capucino, aunque no entré en la Capilla sixtina. No entra en mi mente tener que perder horas haciendo cola por ver algo que está escrito,descrito.Prefiero perderme en la ciudad y hacer mis fotos aunque sólo me gusten a mi.Un saludo y ole! por tu manera de escribir y selecionar

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