domingo, 21 de agosto de 2011

La nuez de los secretos

 
Fue entonces cuando decidieron encerrar sus secretos en aquel mundo minúsculo, la cáscara de una nuez partida con exactitud natural en dos mitades. Cada uno escribiría sus deseos de futuro, aquello que no se atrevía a decir en voz alta ni en esas horas de la noche que se prestan a las confidencias. Los tres habían coincidido en el pasillo, en la ceremonia ritual del té y la amistad, la de la pausa en el estudio, y uno de ellos, no importa quién, lo propuso. Había dos condiciones. El azar elegiría al encargado de guardarla para siempre y nunca la podrían abrir, ni aunque todos se pusieran de acuerdo.

Con mano temblorosa, trazaron sobre el papel caminos inciertos, se mintieron a sí mismos y desearon imposibles. Pero ya se sabe que los deseos son ambiciosos y más cuando pretendes encerrarlos en una nuez y dejarlos dormir el sueño de los faraones. Así que, con sus notas ya a buen recaudo, sellaron las dos mitades con unas gotas de pegamento Imedio y las convirtieron en un recinto inexpugnable a los sinsabores del día a día.     

En uno de esos días de limpieza que aligeran las casas y remueven el polvo de la memoria, la encontró. Habían pasado muchos años. La nuez de los secretos estaba allí, delante de él, en aquella caja de zapatos llena de objetos inservibles. Fue instantáneo. El recuerdo de aquella tarde lejana lo invadió. La cogió con cuidado, por miedo a que pudiera abrirse el arca de la memoria que había conservado intactos sus deseos. Y recordó con la nuez apretada en su mano. Sintió la tentación natural de abrirla, no tanto por descubrir el secreto de los otros, sino por recordar el suyo propio, que había olvidado. ¿Qué escribió él? ¿Qué deseó en aquel juego infantil?  Imposible recordarlo. Los sueños también se olvidan. Sintió miedo y cierta tristeza imprecisa. Pensó que hacía mucho que no veía a aquellos amigos y se preguntó si ellos recordarían lo que habían escrito, si se acordarían de la nuez y de aquella tarde. El tiempo es muy poderoso, se dijo, mientras pasaba los dedos y comprobaba que el pegamento de la infancia también lo es.

2 comentarios:

  1. joer, con el pegamento.... Y entonces???
    con lo que me gustan a mi los secretos...

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  2. VeroniKa, es lo que tienen en común el pegamento de la infancia y los secretos antiguos. Son muy difíciles de romper. Un saludo.

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