Que tus demonios salgan de noche, mientras duermes. Que luchen entre sí y sus voces agrias pueblen tus sueños de risotadas putrefactas y delirios de fin del mundo. Que truenen los metales oxidados y los árboles caídos. Y que, al amanecer, derrotados todos, despiertes con la dulce sonrisa de la victoria y la caricia cercana de unos labios.
Fotografía |
Ariadone, de Mitsutoshi Hanaga
La dulce victoria sobre la mierda de vivir. Invaluable.
ResponderEliminarSaludos