sábado, 10 de septiembre de 2011

Una caricia nos guía


Seguramente Alphaville (Jean-Luc Godard, 1965) no es una película perfecta. Algunos pensarán que ni siquiera es una buena película, pero no cabe duda de que contiene escenas fascinantes, de esas que, una vez vistas, recuerdas para siempre. Imágenes llenas de extraña poesía en un mundo frío y deshumanizado. Habitaciones de hotel, calles vacías, pasillos interminables, escaleras angustiosas, primeros planos de un interrogatorio casi existencial. La presencia de Anna Karina, actriz a la que estoy completamente rendido, y el rostro duro, pero muy humano, de Eddie Constantine hacen que la película cobre otra dimensión. Todo gira en torno a ellos dos, a sus palabras, a sus silencios, a sus miradas interrogantes. Es ahí donde está su riqueza y no en el desarrollo argumental. La película se mueve entre el cine negro clásico de detective y el de ciencia ficción. En algunos aspectos anticipa planteamientos de 2001: Una odisea del espacio (la comparación entre Alpha 60 y Hal 9000 es inevitable) o Blade Runner o Matrix. En otros, parece cercana a Fahrenheit 451 o al mundo de 1984 de George Orwell. 

En un mundo futuro, un detective llamado Lemmy Caution (Eddie Constantine), que se hace pasar por periodista, llega desde los países exteriores a Alphaville (París) en busca del profesor Von Braun, apodado Nosferatu, un científico exiliado que ha desarrollado un potente ordenador, Alpha 60, que controla completamente las vidas y las mentes de sus habitantes. De ellas se han eliminado los sentimientos, lo irracional e incluso algunas palabras, que van desapareciendo poco a poco de los diccionarios, a los que confunden con Biblias. Palabras como por qué o amor. Viven una vida robotizada, vacía. Son el número que llevan tatuado en la nuca. Poesía, filosofía, distopía. Reflexión sobre el poder de la palabra asociada a los sentimientos que evoca. Hay escenas, como decía, dignas de recordar, visualmente asombrosas, como las ejecuciones en la piscina, los interrogatorios a Lemmy y sus brillantes respuestas o  las largas conversaciones por los pasillos del hotel con las atractivas señoritas que buscan satisfacer los deseos del cliente. Es en este contexto donde se produce el encuentro entre Lemmy y Natasha (Anna Karina), la hija del profesor Von Braun, que no nació en Alphaville, pero se ha asimilado a su forma despersonalizada de vida. Algo cambia en ella. Natasha empieza a recordar palabras, a descubrir sentimientos.

           


Hay una escena fascinante. Lemmy y Natasha están en la habitación del hotel. Ella le manifiesta su deseo de irse con él a los países exteriores y su miedo. Hablan sobre el amor. Y Natasha, que tiene en sus manos un libro de Paul Éluard, Capital de la douleur, recita estos hermosos versos como si fueran un monólogo interior:
Tu voz, tus ojos,
tus manos, tus labios.
Nuestro silencio, nuestras palabras.
La luz que se va,
la luz que retorna.
Una sola sonrisa para nosotros dos.
Por necesidad de aprender,
vi la noche crear el día
sin que nosotros cambiemos de apariencia.
O muy queridos de todos,
o muy queridos de uno solo,
el silencio de tu boca prometía ser feliz.
Fuera, fuera, decía el odio.
Más cerca, más cerca, decía el amor.
Una caricia nos guía desde nuestra infancia.
Cada vez veo más la forma humana
como un diálogo de amantes.
El corazón no tiene más que una boca.
Todo por casualidad.
Todas las palabras sin pensamiento.
El sentimiento a la deriva.
Hombres vagan por la ciudad.
Una mirada, una palabra.
El hecho de que te amo.
Todas las cosas se mueven.
Debemos avanzar para vivir.
Dirígete directamente hacia los que amas.
Yo fui hacia ti,
continuamente hacia la luz.
Si tú sonríes, es para invadirme mejor.
Los rayos de tus brazos perforan la niebla.




2 comentarios:

  1. Layla, estoy totalmente de acuerdo contigo. Alphaville tiene escenas difíciles de olvidar. Supongo que influyen mucho los actores. Anna Karina está impresionante en los primeros planos. Su mirada perdida lo dice todo. Y hay en todo el conjunto una mezcla de poesía y tristeza que me gusta mucho. Gracias por tu comentario. Un saludo.

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