Camino de su granja, B. observó de repente un extraño fulgor, un resplandor blancuzco y violeta que surgía tras unos altos arbustos. Se hallaba en el campo, solo y envuelto en un gran silencio. Se detuvo. Una silueta femenina comenzó a perfilarse en medio del gran resplandor. Una hermosa dama de túnica azul se hizo visible. Le sonrió y saludó. Después la dama y el resplandor desaparecieron. B. prosiguió su camino. Al llegar a su casa, su aire ensimismado y pensativo hicieron que su mujer le preguntara: "¿Qué te pasa? ¿Te ha ocurrido algo?". "Nada." B. no quería complicarse la vida. Murió quince años más tarde sin decir nada a nadie. Todos los lunes primeros de mes se le había aparecido regularmente la dama en cuestión. De haber hablado hubiese creado un rito.
José Manuel Alonso Ibarrola
Fotografía | Andrej Glusgold
las fotos dan miedo!
ResponderEliminary la historia me encantó, me atraen los mitos, me atrapan esta clase de historias...
por acá hay MISTERIO!
Me ha pasado lo mismo que a emmagunst. Me he llevado un buen susto al toparme con esos rostros de mirada gélida que nos invitan a seguirlas hasta esa mansión, no se sabe con qué fines.
ResponderEliminarInquietantes las imágenes y el relato.
Tonto por no hablar, de manera que nosotros hubiésemos tenido algo más de que hablar. Las imágenes, impactantes.
ResponderEliminary tu cómo lo sabes?
ResponderEliminar:P
besitos
El texto es perfecto y las imágenes dan, en efecto, miedo sin ser ominosas. La hierba alta o los jardines descuidados son más expresivos que la propia casa.
ResponderEliminarSaludos.
Las imágenes son para asustar a los niños..., y a sus papás.
ResponderEliminarEn cuanto a esos silencios que suelen hablarnos a gritos sirven para asustar a nadie.
Saludos
Este cuento es un cuento de época. Hoy sería imposible algo así porque a B. a las pocas semanas de mutismolo llevarían al psicólogo, que le diagnosticaría una depresión y le daría pastillas. Y volvería a hablar y no vería más a la misteriosa dama.
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