Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco
de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.
Si tú acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.
Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo,
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.
No te alejes jamás.
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí, feliz, que tú me has dado.
José Ángel Valente | La memoria y los signos | 1966
sábado, 9 de julio de 2011
Sé tú mi límite
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el amor, el amor, el amor....cuánto lo extraño!
ResponderEliminarhermoso
el amor...extraña forma de anularnos.
ResponderEliminar:P
besos
Pufffff, Valente es un grande entre los grandes. Siempre me dio coraje que en mi carrera no llegáramos a estudiarle como era debido (demasiado moderno para los filólogos de libros polvorientos).
ResponderEliminarEsa primera estrofa a mí me mata.
Besos.
Ese fuerza tan desconocida que es el amor, que nos lo regala y nos lo roba todo al mismo tiempo. ¿Cómo puede ser eso posible? Un verso dulce y maravilloso.
ResponderEliminarun abrazo
Muy bueno, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos,
www.artbyarion.blogspot.com