jueves, 30 de diciembre de 2010

Traducciones


Ayer sustituí mi vieja edición de Anna Karénina (Juventud, 1977) por la nueva traducción de Víctor Gallego (Alba, 2010). La vi tan tentadora en el estante de la librería, ocupando tanto espacio ella solita, que no me pude resistir a sus encantos y sucumbí. Debe de ser cosa de los años que uno va cumpliendo, pero cada vez me gustan más los volúmenes de tipografía generosa, buen papel y cuidada encuadernación. Los libros de bolsillo están muy bien para los viajes o la playa, pero una buena edición sigue siendo una buena edición. Y de eso Alba sabe mucho, que por algo le han dado el Premio Nacional a la mejor labor editorial de 2010.

Pues bien, cuando llegué a casa satisfecho con mi compra, me dispuse a comparar la primera página de ambas ediciones. Mi sorpresa fue mayúscula. La novela que yo había tenido hasta ese momento por Anna Karénina parecía otra. El propio título y la transcripción del nombre del autor en portada son bastantes significativos. Ya sé que era otra época (y otro público) y que la traducción de la Editorial Juventud (firmada por José Fernández) se hizo probablemente sobre un texto francés y no sobre el original ruso, pero las palabras que me llegan de ambas son dos mundos muy distintos. Y mira que no tengo nada en contra de Editorial Juventud, que me ha proporcionado uno de los mayores placeres de mi vida como lector con la publicación de Las aventuras de Tintín.

Dejo aquí como ejemplo el comienzo de la novela, uno de los más deliciosos que conozco. Lo pongo en las dos versiones, con sus respectivas portadas.

Alba

Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo.

Todo estaba patas arriba en casa de los Oblonski. Enterada de que su marido tenía una relación con la antigua institutriz francesa de sus hijos, le había anunciado que no podía seguir viviendo con él bajo el mismo techo. Esa situación, que se prolongaba ya por tres días, era dolorosa no sólo para el matrimonio, sino también para los demás miembros de la familia y la servidumbre. Tanto unos como otros se daban cuenta de que no tenía sentido que siguieran viviendo juntos, que los huéspedes ocasionales de cualquier pensión tenían más cosas en común que cuantos habitaban esa casa.

Editorial Juventud

Todas las familias dichosas se parecen entre sí, del mismo modo que todas las desgraciadas tienen rasgos peculiares comunes.

En casa de los Oblonski reina un completo trastorno. Al enterarse la esposa de que el marido sostenía relaciones amorosas con una francesa que había sido institutriz de sus hijos, le había manifestado que no podía seguir viviendo con él bajo el mismo techo. Hacía ya tres días que se había originado esta situación, la cual gravitaba cruel y despiadadamente no sólo sobre el matrimonio, sino también sobre los demás miembros de la familia e incluso sobre la servidumbre. Deudos y criados se daban clara cuenta de que su vida en común ya no tenía justificación y se decían que las personas que se encuentran por casualidad en un hotel estaban más unidas que ellos.

Sin ser este un caso extremo, me ha llevado a pensar en cuántos libros habremos leído en traducciones mediocres (Dickens, Verne, Austen, Shakespeare, Balzac) que, en realidad, son otros. Recuerdo las traducciones imposibles de Baudelaire y Rimbaud que nos regaló la editorial Libros Río Nuevo. Menos mal que eran bilingües y, a poco que supieras algo, te podía valer el texto en español como simple referencia para recrearte en el original. No me obsesiona ni mucho menos la cuestión, pues si la obra es buena siempre llega al lector. Pero a estas alturas me gusta que los libros estén cuidados. Y eso empieza por el texto. Traducir es muy difícil. Debes mezclar conceptos tan difusos como fidelidad, precisión, estilo o naturalidad. Una buena traducción tiene mucho mérito y me parece que es un trabajo poco reconocido.

Durante mucho tiempo pensé que la traducción que Pedro Salinas hizo de los primeros volúmenes de En busca del tiempo perdido, publicada por Alianza Editorial, era poco menos que canónica. Ahora que han aparecido tres traducciones completas más y que leo tantos comentario negativos sobre la de Salinas, me planteo una posible relectura ordenada (lleva rondándome en la cabeza unos meses) y me pregunto qué edición voy a leer. ¿Ocurrirá igual con el Ulises de mis veintitantos años y su entonces considerada magnífica traducción de José María Valverde? Supongo que cada época tiene sus lectores y sus traductores. Y yo, desde luego, no soy el mismo lector de aquella época.



Hace unos días vi una película que me encantó: Copia certificada (Abbas Kiorastami, 2010). Tuve la suerte de poderla ver en versión original subtitulada. En los diálogos se mezclaban inglés, italiano y francés, dependiendo de la situación o del estado de ánimo del personaje. Pensé en cuántos matices se perderían en la versión doblada.

Qué lástima no saber más inglés. O italiano. O ruso. O japonés.

14 comentarios:

  1. El tema de la traducción es muy interesante. Como dices, ojalá pudiésemos hablar todos los idiomas para captar todas las sutilezas que se pierden.
    Salu2

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  2. Hola, yo también sucumbí a la compra de la nueva edición del aniverasario de Ana Karenina, ..., y ya me la he leído..., no sé si es una buena traducción, ...pero he podido entender muy bien a esta mujer, he sido ella por algún momento (con lo cual debe de se una buena traducción)

    También casualmente ví hace unas semanas en version original, la película de Abbas Kiorastami: Copia certificada, y es una maravilla,... pero sí también creo que se debe ver en versión original...

    Bueno...FELIZ 2011, y gracias por este blog en el que me encuentro cosas tan interesantes y muy a gusto.
    Un saludo
    Felisa

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  3. La editorial Juventud tenía además cierto estilo muy años cincuenta. Sus libros sobre montañismo y viajes eran estupendos. En cierto modo bien podrían estar en la biblioteca de Tintín.

    Reciba usted un abrazo y tenga un año claro, valiente y que no falte sosiego para las buenas lecturas.

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  4. Magnífica y certera entrada.Con veinte años aceptamos leer un libro mal traducido de un autor que nos apasiona, con cincuenta, no lo toleramos.
    Buscamos siempre las mejores traducciones. Disponer un poco más de dinero que en nuestra juventud nos lo permite.
    Y sabemos que no es lo mismo leer a Poe traducido por Cortázar o por otro traductor.

    Un saludo.

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  5. Yo hice un ejercicio parecido con una novela de Mark Twain hace años en casa. Una editorial de finales de los sesenta, y una traducción actual. El resultado me pareció impresionante...

    En lo primero que pensé fue en la cantidad de gente que defendía clásicos de la literatura a capa y espada y que yo detestaba: ¿se debería a la traducción? Respuesta corta: sí. Al menos pude redescubrir muchos de ellos.

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  6. No sé olvide de informarnos, si lo sabe claro, cuál es la mejor traducción de la magna obra de Proust. Sobre "Ana Karenina" no hay duda que la de Alba es la mejor.

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  7. Estoy leyendo una traduccion de Ana Karenina hecha por T Orts Ramos y ésta no puede ser tan mala.En un principio pensé que era yo que no entendía el texto pero despues comparando con otras traducciones me di cuenta de que la traducción era tan literal,no se de que idioma, que indigna y mas siendo este libro de la Editorial Sopena que creo que es reconocida.

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  8. Anónimo, cada vez tengo más claro que hay que buscar buenas traducciones de los clásicos si quieres ir más allá de los simplemente argumental. Por suerte, las traducciones han mejorado mucho en los últimos años gracias a la labor de algunas editoriales. Antes la mayoría de las traducciones del ruso se hacían a partir de la traducción francesa. Supongo que la traducción de T. Orts para Sopena tendrá ya unos años. Algunas veces se trata, incluso, de traducciones hechas en el siglo XIX, que, por prestigio o por cuestiones económicas, se han mantenido. Habrá buenas traducciones si se valora debidamente el trabajo de los traductores. Un saludo.

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  9. con respecto al tema de PROUST: hay una edición erudita (traducción de Armiño) que incorpora cerca de 5000 notas a pie de página (pero es tan literal que carece de belleza); con respecto al tema del ULISES sin lugar a dudas la traducciòn más BELLA y rigurosa es la de Tortosa (se la recomiendo a todos).

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  10. Respecto a Proust ya me decidí, tras mucho pensármelo, por la traducción de Carlos Manzano (Lumen). Hace poco compré el primer volumen, pero no he comenzado aún la relectura. Respecto a Joyce, tendré muy en cuenta la traducción de García Tortosa (Cátedra) que recomiendas. Un saludo y gracias por tu comentario.

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  11. Traduttore traditore, pero qué haríamos sin ellos ...

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  12. Yo la estoy leyendo en la edición de Bruguera, 1973. Traducción de Leoncio Sureda y Alfredo Santiago Shaw. Está genial.

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  13. ¡Qué bien! No conocía esa traducción. La he buscado y veo que salió en la colección Libro Amigo de Bruguera, de la que tengo gratísimos recuerdos y algunos ejemplares ya muy sobados. En esa colección leí mi primer Julio Verne íntegro: Veinte mil leguas de viaje submarino. Gracias por el comentario y por recordarme esa colección y esta entrada, que es tan antigua que casi no la recordaba.

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  14. Tercera persona que dice que la traducción de Victor Gallego es la mejor, por algo será. Gracias por la información.

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