Aquellas horas dedicadas a disfrutar del brillo de un futuro imaginado, dejándose llevar en corrientes de promesa por un amor o una pasión tan fuertes que uno se sentía transformado para siempre y convencido de que incluso la partícula más pequeña del mundo circundante estaba cargada con un propósito de grandeza imposible; ah, sí, y uno levantaba la vista para ver los árboles y estremecerse con el río del follaje pálido y dorado desatado por el viento cayendo en cascadas, y con el cantar alto y melódico de innumerables aves; esos momentos, tantos y tan lejanos, todavía regresan, aunque brevemente, como luciérnagas en el calor perfumado de una noche de verano.
Mark Strand | Casi invisible, 2012
El texto pertenece al último (y magnífico) libro de poemas de Mark Strand: Almost Invisible, que ha sido publicado recientemente en España por Visor. La traducción es de Julio Trujillo. Muy recomendable. La fotografía que encabeza la entrada se titula Hat belonging to painter Andrew Wyeth on top of bed at home, Maine y fue realizada por Alfred Eisenstaedt en 1965.
Un texto precioso, no conozco la obra de este autor, así que tomo nota.
ResponderEliminarUn abrazo Chimi
Me encanta los poemas (y las reflexiones) de Mark Strand. Bocanadas de aire fresco.
ResponderEliminarDEJAR LAS COSAS INTACTAS
En un campo
yo soy la ausencia
de campo.
Esto es
siempre así.
Donde sea que esté
yo soy lo que falta.
Cuando camino
parto el aire
y siempre
el aire ingresa
a llenar los espacios
donde ha estado mi cuerpo.
Todos tenemos razones
para movernos.
Yo me muevo
para dejar las cosas intactas.
http://concdecandela.blogspot.com.es/
Estremecedor, realmente.
ResponderEliminarNo conozco al poeta. Me lo apunto. Gracias.
ResponderEliminarNada se pierde, señor de Chimista, y agua pasada sí que mueve molino. Y otra cosa, sobre supersticiones: dicen los toreros que nunca se debe dejar la montera sobre una cama.
ResponderEliminarMis saludos.