jueves, 30 de mayo de 2013
Vida mil estrellas
Propósito de finales de mayo. Ahora que se acercan las noches de verano, parar el tiempo y salir a la terraza a contemplar las estrellas. ¿Cuánto ha pasado? Sentir el vértigo, el pánico astral, que sentían el Mochuelo y el Moñigo. Descubrir esa perfección pitagórica de la que habla con tanta elegancia Fray Luis. Acordarte de aquel niño contador de estrellas y comprobar que, como Dámaso Alonso, ya estás algo cansado y, aunque lo intentas, no puedes seguir su ritmo, no puedes alcanzarlo.
Hay placeres tan sencillos y plenos que casi olvidamos su existencia. Escuchar música a oscuras, caminar junto al río, tocar la corteza de un árbol o repasar las páginas de uno de estos macanudos de Liniers, donde cada tira es un hallazgo. Excelente dibujo y mejor universo. Aunque a mí me gustaría ser el gato Fellini, reconozco que Enriqueta sigue tan lúcida como siempre. Yo, como ella, también quiero una de esas vidas mil estrellas.
No sé si hay un placer más parecido al orgasmo que escuchar música en la oscuridad...
ResponderEliminarUn abrazo.