viernes, 12 de agosto de 2022

Aunque es de noche


Hace unos meses leí en El huerto de Emerson (Luis Landero, 2021) unas palabras de Proust que me tuvieron un buen rato pensando y me gustaron tanto que tuve que anotarlas en mi cuadernillo secreto de citas. Cuenta Landero que hablaba Proust de «la oscuridad que está en nosotros». 

El propio Landero, en el magnífico libro antes citado, lectura imprescindible para cualquier amante de la literatura y la vida, nos decía:
Cuando uno no sabe qué escribir, cuando la imaginación flaquea, cuando el alma se apaga y se embrutecen los sentidos, y cuando aun así uno siente la necesidad de escribir, siempre queda la posibilidad de abandonarse a los recuerdos. En nuestro pasado está todo lo que necesitamos para encender el fuego de la inspiración. Hasta la fantasía tiene su casa en la memoria. No escribas lo que sientes, escribe lo que recuerdas y dirás la verdad, como decía no recuerdo quién.
Los recuerdos, la oscuridad, la memoria.

Al hilo de todo esto, he recordado un poema compuesto por San Juan de la Cruz hacia 1578, un poema que parece menor comparado con los tres grandes, pero que tiene una profundidad sorprendente a poco que se lea con cuidado. Si alguien sabe de oscuridad interior y de iluminación es él. El simbolismo es tan sugerente que podemos aplicarlo a muchos aspectos de la realidad, por ejemplo a lo literario, al enigma de la creación literaria. El poema, que reproduzco completo pese a su extensión (no me atrevería a acortarlo), nos confiesa:
Que bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.

Su origen no lo sé, pues no le tiene,
más sé que todo origen della viene,
aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben della,
aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.

Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.

Sé ser tan caudalosos sus corrientes,
que infiernos, cielos riegan y las gentes,
aunque es de noche.

El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.

Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a escuras,
porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.
Este largo exordio es para recordarme a mí mismo que La melancolía de los ríos, que inició su curso hace ya muchos años siendo una fontanilla de agua clara, seguirá fluyendo. Nunca ha estado seca. Un río melancólico, reflexivo, de curso lento. Sus aguas reposadas se alimentan de recuerdos, lecturas y palabras. A veces, en sus orillas se acumulan las ovas y al verano le gusta remansar su luz entre las piedras y llegar al fondo. Otras, su escaso caudal se acelera brioso y el arroyuelo se regocija entre los guijarros y, con algo de suerte, una trucha se aposta en lo más puro del agua y espera la presa. Todo es espera. Siempre. Nuestra lucha es contra el tiempo. Por eso, estas palabras encadenadas y repensadas ayudan a sacar «la oscuridad que está en nosotros». Que la luz estival ilumine los cantos rodados del fondo y, del fango removido por la escritura, emerja lo que fuimos. Aunque sea de noche.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho que se compartan entradas tal cual la tuya. Me quedo sobre todo (¡San Juan de La Cruz ayuda a Lo Salvífico!) con su penúltima estrofa entroncada directamente con el bíblico "Sedentes Venite Ad Me"
    Excelente, así que, ahí van mis ¡Buenos Días!🕴

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