domingo, 12 de agosto de 2012

D de dolce far niente


El placer de no hacer nada. Vacaciones. Dejar atrás quimeras y empresas imposibles. Estar tumbado casi todo el día en la cama o en el suelo, como cuando éramos niños y no habíamos inventado las preocupaciones, rodeados de una pila interminable de libros y tebeos. Fuera ordenador. Fuera horarios. Fuera tengo que. Levantarse lo justo. Quizá para hacer té helado o poner algo de música. Suelen ser muy agradecidas las visitas al frigorífico, a ser posible con pies descalzos. Combatir el calor con armas elementales y mucho aire acondicionado. Si tienes que salir a la calle, puro fuego, que sea porque te has quedado sin libros o para meter los pies en algún río. O en el mar. Placer inigualable de leer una novela de aventuras con los pies llenos de arena y, en el fragor del abordaje o la tempestad, mirar hacia el azul y ver que está en calma. Y, cuando por fin, al caer la tarde, cierres las páginas, satisfecho, meter la panza en el agua y dejarte acariciar por las olas.

Y, a la noche, elegir una de esas viejas películas vistas muchas veces y ocultar en la oscuridad alguna lagrimilla. Qué placer tan refinado el de llorar de verdad por algo que es mentira. Dolce far niente. Una vieja aspiración casi nunca conseguida.

1 comentario:

  1. como se disfruta cuando no estas esclavizado con algo.
    Enconte tu blog, buscando una pelicula.
    Me quedé un rato en el y he disffrutado.
    mi blog es:
    elblogdemaku.blogspot.com
    si te gusta podemos hacernos seguidore-as.
    Un saludo

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