viernes, 31 de agosto de 2012

Leer en el jardín


Leer en el jardín regado, muy de mañana o al atardecer. Debajo de un árbol. Verano. Pasar las páginas del libro mientras la mirada juega con los colores y la memoria regresa al olor de la tierra mojada. Humedad de jardines lejanos. Y, luego, cuando pasen los días y las hojas y llegue el frío, recordar en los libros del invierno ese aroma fresco del jardín, que, seguro, no tardará en volver.


Ilja Yefimovitsch Repin: Tolstoy Resting in the Forest, 1891

Joseph Farquharson: Summertime

Peder Severin Krøyer:  Marie in the Garden, 1895

Theodore Robinson: The Lane

Berthe Morisot: Reading

Johannes Evert Akkeringa: Three Generations of Reading in the Garden

Robert James Gordon: Woman Reading

Sergei Arsenevich Vinogradov: Summer Dreams

Carl Spitzweg: In the Garden, 1938

Honoré Daumier: A Man Reading in the Garden, c 1866

Mamontov Mihail Anatolevich: In the Garden, 1910

Henri Lebasque: Reading in the Garden, 1886

Berthe Morisot: The Lesson in the Garden

Berthe Morisot:  Hollyhocks, 1884

Alphonse D'Heye

Robert Archibalt Graafland:  A Girl Reading in a Hammock

Emanuel Phillips Fox: A Love Story, 1903

Adrien Moreau: In the Park

Karl Raupp: An Elegant Lady Reading under a Tree

Ivan Kramskoy: Reading, 1863

Charles Edward Perugini: Girl Reading

Norbert Goeneutte: Portrait of Anna Goeneutte Wearing a Beret

Ulisse Caputo

Gari Melchers: Woman Reading by a Window

James Tissot: Reading a Story

Anthonore Christensen: Flowers in a Forest Floor


El jardín que abre la entrada fue pintado por Sir John Lavery en 1883 y se titula A Grey Summer's Day.

La mayoría de estas sugerentes imágenes de lectura las he encontrado en diversos Tumblr, especialmente en A Man with a Past. Si te interesa el tema de la lectura y su reflejo en el arte y la fotografía, puedes encontrar imágenes variadas en mi Tumblr: La cueva de la sirena. Están agrupadas bajo las etiquetas leer, mujeres que leen y libros.

"Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo", dice la conocida sentencia de Séneca. Habrá que aprovechar lo que queda de verano.

jueves, 16 de agosto de 2012

Leer en tiempo de miseria


Innúmeras son ya las vidas truncas.
Cadáveres sepultos no se sabe
dónde: no hay cementerios de vencidos.
Gente medio enterrada en sus prisiones.
Algunos huyen, otros se destierran
para no perecer de propia cólera.
Pero entre tantas muertes y catástrofes
algo subsiste sin cesar feroz,
el más feroz de todos los poderes:
vida, vida sin fin.
                           Y poco a poco,
y sin cesar, inexorablemente
se reanudan las formas cotidianas,
se inventan soluciones.
La vida es implacable.

Jorge Guillén | Y otros poemas, 1973

La fotografía que abre esta entrada fue realizada por Gerd Baatz en Berlín hacia 1944 o 1945. Nada más verla me acordé del texto de Guillén, magnífico poeta injustamente olvidado, creo, en los últimos años. Y también de alguna escena de la película The Reader. ¿Hacia dónde se dirigirá esa mujer? ¿Qué lee? ¿Qué noticias trae hoy el periódico de su acompañante? ¿Se conocen? ¿Sabrá que la están fotografiando? ¿Habrá conseguido alejar su mente de esos edificios derruidos? Leer en tiempo de miseria. Bajar la vista. Leer con ojos ensimismados que se mueven por igual entre líneas y ruinas. Y, al pasar la página, la vida, poderosa, que siempre acaba imponiéndose.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Fantasma de fantasma


La memoria del fantasma es un pozo. En algún lugar oscuro del fondo está todo lo que amó. Dentro no hay tiempo. Algún extraño mecanismo lo lleva a confundir, una y otra vez, la salida. Condenado a vivir en un presente sin memoria, el espectro busca la felicidad en lo cercano: puerta, fuego, muslos, visillos. Ser fantasma de fantasma. No saber qué recuerdos olvidaste. No tener ya paredes, ni cabellos al viento, ni mejillas sonrosadas que desear. Ser una sombra que sólo busca su oscuridad interior.

La imagen pertenece a la película Faust, rodada por F. W. Murnau en 1926.
La mirada perdida que nos produce el escalofrío es la de la actriz Camilla Horn.

domingo, 12 de agosto de 2012

D de dolce far niente


El placer de no hacer nada. Vacaciones. Dejar atrás quimeras y empresas imposibles. Estar tumbado casi todo el día en la cama o en el suelo, como cuando éramos niños y no habíamos inventado las preocupaciones, rodeados de una pila interminable de libros y tebeos. Fuera ordenador. Fuera horarios. Fuera tengo que. Levantarse lo justo. Quizá para hacer té helado o poner algo de música. Suelen ser muy agradecidas las visitas al frigorífico, a ser posible con pies descalzos. Combatir el calor con armas elementales y mucho aire acondicionado. Si tienes que salir a la calle, puro fuego, que sea porque te has quedado sin libros o para meter los pies en algún río. O en el mar. Placer inigualable de leer una novela de aventuras con los pies llenos de arena y, en el fragor del abordaje o la tempestad, mirar hacia el azul y ver que está en calma. Y, cuando por fin, al caer la tarde, cierres las páginas, satisfecho, meter la panza en el agua y dejarte acariciar por las olas.

Y, a la noche, elegir una de esas viejas películas vistas muchas veces y ocultar en la oscuridad alguna lagrimilla. Qué placer tan refinado el de llorar de verdad por algo que es mentira. Dolce far niente. Una vieja aspiración casi nunca conseguida.

jueves, 9 de agosto de 2012

Este lado del espejo


El misterio está de este lado del espejo.
Del otro lado todo existe.
Desde allí, por ejemplo, sale a veces una mano
que trae una lámpara encendida
para alumbrar lo que nosotros creemos que es el día.

El misterio no está ni siquiera en la superficie
que separa ambos lados del espejo,
ya que esa superficie no existe,
como no existe ninguna superficie:
sólo es una ilusión que nosotros inventamos
al mirar al revés.

El misterio está en mirar desde afuera
y no desde adentro del espejo,
desde afuera
y no desde adentro de las cosas.

Roberto Juarroz | Séptima poesía vertical, 1982