domingo, 16 de octubre de 2011

Verdades sencillas


Hay verdades tan sencillas que solemos olvidarlas.

El dinero no desaparece: sólo cambia de manos. La banca siempre gana, aunque pueda parecer lo contrario. Nunca podremos gastar más de lo que tenemos. Si eso ocurre, alguien nos engañó. Detrás de los mercados siempre hay personas que los mueven. Grecia nos dio a Homero, a Platón y a Sófocles. Les debemos mucho: su deuda con Europa está saldada. Cada cual es lo que es, no lo que tiene, ni lo que quieren que tenga. Las cosas pueden ser sencillas, aunque a algunos les guste la oscuridad. Mientras escribo (mientras lees), muchos mueren de hambre. Los países pobres nunca tendrán crisis de países ricos. La salud, la educación y la dignidad son innegociables. Ninguna crisis es nueva: siempre vienen de muy atrás y no las vimos llegar. Todo cambia, nada permanece igual a sí mismo: la muerte tampoco. El hombre debe ser dueño de su destino. La Tierra puede producir para todos. Los libros tiene mucho que contarnos. Detrás de cada palabra hay un alma que ha sentido lo mismo que nosotros. Las utopías siempre serán posibles porque los hombres siempre buscaremos la felicidad. La maleza ha cubierto los caminos, pero debajo de las hojas hay senderos que nos conducirán a un mundo más justo. Huele a hierba.

Llevo algunos días acordándome de los versos desgarrados con que García Lorca acaba su Grito hacia Roma. Unos versos nacidos al calor de otra crisis, la de 1929, vivida en Nueva York en primera persona. Han pasado ya algunos años, pero sus palabras nos suenan aún cercanas:

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
las muchachas que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Federico García Lorca | Poeta en Nueva York | 1929




La viñeta de El Roto, siempre tan lúcido, apareció publicada en el diario El País del 11 de octubre. Desconozco quién es el autor de la otra ilustración, que es también toda una declaración de principios, al igual que estas palabras de Cervantes:
Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía. Sino justicia.