martes, 8 de septiembre de 2009

Mi vecino Totoro


Estos últimos días de verano nos han traído un maravilloso regalo. Me entero de que Aurum va a distribuir en los próximos meses ediciones remasterizadas en DVD de las películas más importantes de Studio Ghibli, entre ellas Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988), aún inédita en este formato en España. La he podido ver un par de veces en unas condiciones más bien penosas (VHS degradado y doblado al español) y es una auténtica maravilla. Además, por si fuera poco, la van a proyectar en salas de cine (30 de octubre), lo que ya me parece un auténtico lujo, una oportunidad irrepetible.


Y es que por mucho home cinema que pongamos en nuestras vidas, no hay mejor manera de ver una película que en el cine, en la pantalla grande de esa sala oscura para la que fue concebida. Hasta hace relativamente poco, era posible encontrar en nuestras ciudades, en un ciclo organizado por la Universidad o algún cineclub, reposiciones de películas clásicas. Recuerdo con emoción haber visto en Granada Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) con una Marilyn Monroe aún más resplandeciente (si eso es posible) en el blanco y negro del celuloide original, que nada tiene que ver con el de la televisión. Pero eso ya pasó a mejor vida. Ahora, en muchísimas ocasiones, ni las películas de estreno llegan a nuestros cines. En la ciudad donde yo vivo no han estrenado, por ejemplo, Ponyo en el acantilado, la última película de Miyazaki. Eso sí, el éxito taquillero del momento suele ocupar varias salas. Por eso, se agradece, aunque forme parte de una estrategia comercial, la reposición de Mi vecino Totoro.


Pero no nos vayamos por las ramas. Hayao Miyazaki es autor de un buen puñado de obras maestras. Y no sólo él, sino también otros miembros de Studio Ghibli como Isao Takahata, Tomomi Mochizuki, Hiroyuki Morita o Yoshifumi Kondo. Películas como Nausicäa del Valle del Viento (1984), El castillo en el cielo (1986), El cementerio de las luciérnagas (1988), Nicky, la aprendiz de bruja (1989), Recuerdos del ayer (1991), Porco Rosso (1992), Pompoko (1994), Susurros del corazón (1995), La princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001), El castillo ambulante (2004) o Ponyo en el acantilado (2008) ocupan ya un lugar destacado en la historia del cine y, sobre todo, en el recuerdo de muchos de los que las hemos disfrutado.


Yo no sabría decir qué película de Ghibli me gusta más. En realidad, todas. Pero, quizá por motivos de afinidad sentimental, siempre suelo quedarme con Mi vecino Totoro: el mundo de la infancia, la mudanza a una nueva casa, el campo, lo mágico japonés, la mezcla de lo cotidiano y lo fantástico, la relación entre las hermanas y el padre, los duendes del polvo, el árbol grande, la felicidad, la  ausencia de la madre, el descubrimiento constante.

Mi vecino Tororo (Tonari no Totoro) se desarrolla en el Japón rural de los años 50. Un profesor de universidad se traslada con sus dos hijas,  Mei y Satsuki, a una vieja casa de campo, mientras su madre, convaleciente de una enfermedad, se recupera en un hospital cercano. Allí encuentran un mundo mágico habitado por entrañables espíritus del bosque.


La película nos trae la pureza de la sencillez más profunda. Se nota que es una película hecha desde la propia emoción del creador, que sabe transmitir, desde la simplicidad, matices muy variados que siempre sugieren más de lo que muestran. Miyazaki es un artesano de los fotogramas que durante mucho tiempo se ha negado a usar la animación por ordenador. Animación de autor en el buen sentido. Eso es el Studio Ghibli. Por desgracia, todavía habrá muchos que pensarán que, como son dibujos animados, se trata de una película menor, sólo para niños. Bueno, pues esto es cine con mayúsculas, a la altura de otros cineastas japoneses como Kurosawa o Mizuguchi y por encima, por supuesto, de esas sesudas (y tramposas) películas que se nos venden como el colmo de la profundidad intelectual. Todavía hay quienes desprecian las películas de John Ford porque, al fin y al cabo, son de pistoleros.

Al final, nos queda una sensación de inmensa felicidad, de habernos reconciliado de algún modo con la vida. Ya tengo ganas de que llegue el 30 de octubre.

Vía | ZonaDVD | Blog de Cine

1 comentario:

  1. Habrá que ir al cine a verla. Es mi favorita junto a "El castillo ambulante". Es una de esas películas que no todo el mundo sabe apreciar, como le pasa al cine de John Ford, grande entre los grandes.

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